El Papa Francisco en su Carta Apostólica Patris Corde ha declarado que el año 2021 estará dedicado a San José, recordando ciento cincuenta años de su proclamación como “Patrón de la Iglesia Católica”. Al honrar la memoria de San José, recordamos a un gran devoto de San José, el Venerable Obispo Alfonso Gallegos, que actualmente avanza por el camino de la canonización.

El obispo Gallegos era hijo de José Gallegos (carpintero) y su esposa Caciana. La familia Gallegos tenía una gran devoción a San José, el patrón de la familia. Tanto es así que, todos los años en su fiesta del 19 de marzo, la familia se reunía para celebrar con todos sus vecinos. Los Gallegos rezaban a San José constantemente y desde muy joven el propio Alfonso desarrolló esta devoción. Se cree que por esta dedicación al padre adoptivo de Jesús, a José Gallegos nunca le faltaron los trabajos de carpintería, incluso en tiempos difíciles para la economía. Alfonso ingresó en la Orden de Agustinos Recoletos en 1950 y se convirtió en el P. Alfonso Gallegos de San José, fiel a su santo favorito.

Las cualidades de San José descritas en la Carta Apostólica Patris Corde del Papa Francisco son muy similares a las virtudes del Obispo Gallegos, según afirman los testigos de su causa de canonización.

San José fue un padre tierno y amoroso

“En José, Jesús vio el tierno amor de Dios: Como un padre se compadece de sus hijos, así el Señor se compadece de los que le temen (Sal 103, 13)”. El Padre Salvador Gómez, L.C., antiguo párroco de la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, en Sacramento, California, donde Gallegos sirvió durante muchos años, declara lo que ha escuchado de los fieles acerca de Gallegos: “Era como un padre para todos; la gente suele comentar ‘era un padre de verdad’. Era muy cercano a todos. Fue amado por los ancianos, los jóvenes, los pobres, los desamparados. Una de las cosas que más he escuchado sobre él es que siempre estuvo disponible, fue servicial y con alegría plena y absoluta, siempre”.

Un padre creativamente valiente

 “San José fue un padre creativamente valiente. Si la primera etapa de toda verdadera curación interior es aceptar nuestra historia personal y abrazar incluso las cosas de la vida que no elegimos, ahora debemos agregar otro elemento importante: el coraje creativo. Esto surge especialmente en la forma en que nos enfrentamos a las dificultades. Ante la dificultad, podemos darnos por vencidos y alejarnos, o de alguna manera comprometernos con ella. A veces, las dificultades sacan a relucir recursos que ni siquiera pensábamos que teníamos”.

El obispo Gallegos tuvo serios problemas visuales durante toda su vida. Pero en vez de dejarse vencer por la enfermedad o el desánimo, usó medios creativos para superar esta dificultad y nunca se quejó. Buscó superarse como persona ampliando sus estudios, obteniendo maestrías en psicología y educación. Siempre fue obediente a la voluntad de Dios, aceptó el llamado a ser religioso, sacerdote y obispo, al mismo tiempo que superó los desafíos de su falta de visión. Fue creativo en su acercamiento al pueblo de Dios, haciéndose presente por todos los medios posibles.

Un padre trabajador

“San José era un carpintero que se ganaba la vida honradamente para mantener a su familia. De él aprendió Jesús el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer pan que es fruto del propio trabajo.”

El obispo Gallegos aprendió el valor del trabajo de sus padres. Gallegos fue un trabajador incansable, que luchó por la justicia junto a César Chávez y los United Farm Workers, para todos los que laboran en condiciones injustas, especialmente los campesinos migrantes. Vio el bien que hacían en medio de duras condiciones de trabajo, proporcionando a la sociedad el alimento necesario.

Fue incansable y se entregó desinteresadamente a los demás. Kathleen Martineau, fue testigo de primera mano de la dedicación devota de Gallegos como capellán del hospital Good Samaritan Hospital, en Suffern, Nueva York, mientras atendía a su madre. Ella dice: “Mi madre permaneció en el hospital de seis a ocho semanas con complicaciones. El Padre Alfonso siempre estaba disponible, ya fueran las 10 pm o las primeras horas del día. 

Recuerdo haberle comentado una vez que parecía que él no dormía nunca y él respondió: ‘Dormiré cuando esté muerto’. Se entregó hasta la última onza. Era el sacerdote más santo y trabajador que he conocido”.

El obispo Gallegos vio lo bueno en los demás y se preocupó por todos los hijos de Dios, como lo hace nuestro Padre celestial. Fue muy valiente para superar sus problemas de visión con fe y fortaleza, siempre avanzando con optimismo. Fue un trabajador incansable, esforzándose siempre por llevar el mensaje de Cristo a los demás, especialmente su mandato: “Amaos los unos a los otros.”

Al recordar a San José y al Obispo Gallegos, recordemos a César Chávez, cuya Fiesta Nacional se celebra en los Estados Unidos el 31 de marzo. La festividad celebra el nacimiento y el legado del líder del movimiento laboral y de los derechos civiles, que buscó la justicia social para los trabajadores agrícolas. Durante estos tiempos difíciles para tantos, rezamos para que San José interceda por todos los que trabajan, al servicio de los demás.

Respondamos a la exhortación del Papa Francisco y fortalezcamos nuestra devoción a San José e imitemos sus virtudes, como lo hizo el obispo Alfonso Gallegos de San José. San José, ruega por nosotros!